sábado

ASÍ ES LA VIDA...

Para poder escuchar correctamente el vídeo, hay que poner en pausa el reproductor situado en el pié del blog.

miércoles

¿CUANTO PUEDE DURAR UNA CRISIS DE ANSIEDAD Y/O PÁNICO?

Son breves siempre, claro que todos conocemos de la relatividad del tiempo. Objetivando: entre cinco minutos y cuarenta. Lo que ocurre, es que la percepciòn del paso del tiempo es relativa. Depende fundamentalmente de la calidad del estado emocional; en palabras llanas, de si uno lo está pasando bien o mal. Cuanto mayor es el malestar, mas lento parece que pasa el tiempo. Teniendo en cuenta que una crisis de ansiedad o ataque de pánico, es de las peores sensaciones que uno pueda tener, en esos momentos parece que no discurre el tiempo, y que se va a estar así para siempre. Lo que ocurre realmente, es que después de unos minutos, nos adaptamos a la sensación, y lentamente recuperaremos nuestro estado normal, de mas o menos tensión y/o miedo, pero no nos encontraremos inmersos en una sensación de pánico. Como todas las emociones, el miedo es un estado, que por definición se reconoce como estado porque es variable (como todo estado emocional) y que se reconoce y se vivencia en contraste con otros estados emocionales. Si un estado es continuo pasa a ser condición, luego entonces no podría vivirse en forma de oleada, o de ataque.
Así pues, la duración de las crisis siempre son muy limitadas en el tiempo.

domingo

¿SON GRAVES LAS CRISIS DE ANSIEDAD Y/O LOS ATAQUES DE PÁNICO?

Esta es una pregunta recurrente de las personas que consultan sobre este problema. No son graves, es decir, no tienen consecuencias salvo que la persona tenga problemas de salud previos. En personas sanas, sin patologías cardiacas u otras que tengan que ver con el sistema cardiovascular, la peor de las consecuencias es justo la misma crisis. Es lo mismo si nos preguntaramos ¿es posible enfermarse por tener miedo?¿se puede morir de miedo?. En ambos casos la respuesta sería que sí, con una serie de condiciones o moduladores: la edad, el estado de salud, el tiempo que lleva soportándose el problema, las soluciones llevadas a cabo (muchas de ellas son cotraproducentes, como la medicación durante años), etc..
Las crisis de ansiedad, en definitiva, son en la mayor parte de los casos, inocuas, muy molestas y recurrentes. Es importante acudir lo antes posible a consulta ya que será mas sencillo descubrir las causas y ponerles solución.

lunes

DEL DIARIO DE ANNA FRANK

"Noche del lunes, 8 de noviembre de 1943.

Querida Kitty:

Si pudieras leer mi pila de cartas una detrás de otra, seguramente te llamarían la atención los distintos estados de ánimo en que fueron escritas. Yo misma lamento que aquí, en la Casa de atrás, dependa tando de los estados de ánimo. En verdad, no solo a mí me pasa; nos pasa a todos. Cuando leo un libro que me causa una impresión profunda, tengo que volver a ordenar bien toda mi cabeza antes de mezclarme con los demás, si no podrían llegar a pensar que me ocurre algo extraño. De momento, como podrás apreciar, estoy en una fase depresiva. De verdad no sabría explicarte a qué se debe, pero creo que es mi cobardía, con la que tropiezo una y otra vez.
Hace un rato, cuando aún estaba con nosotros Bep, se oyó un timbre fuerte, largo y penetrante. En ese momento me puse blanca, me vino dolor de estómago y taquicardia, y todo por la mieditis.
Por las noches, en sueños, me veo en un calabozo, sin papá y mama. A veces deambulo por la carretera, o se quema nuestra Casa de atrás, o nos vienen a buscar de noche y me escondo debajo de la cama, desesperada. Veo todo como si lo estuviera viviendo en mi propia carne. ¡Y encima tengo la sensación de que todo esto me puede suceder en cualquier momento!"

Mirando la definición diagnóstica de la APA para los ataques de pánico y las crisis de angustia, en el caso de Anna, lo único que le faltaría es el temor irracional y/o injustificado. Aunque a ella misma le parece irracional su própio temor, es mas que evidente que en la distancia y con la ventaja que dá el saber como acabó su historia, es mas que evidente decía, que su temor estaba mas que justificado.
El único problema, a mi modo de ver, de una persona fóbica, es que no es consciente, no se dá cuenta de que lo que le ocurre es lo natural cuando se está asustado. Además también le cuesta mucho acceder al motivo de sus temores, con lo cual solo tiene una série de síntomas como los de Anna, unido al hecho o al correlato cognitivo de percibir al igual que ella que "todo puede suceder en cualquier momento".

viernes

PREGUNTAS III

¿CUANDO SIENTO QUE VOY A MORIR O QUE ALGO GRAVE ME VA A PASAR HAGO COSAS COSAS CON POCA LÓGICA COMO LLAMAR O TRATAR DE ENCONTRAR A DETERMINADAS PERSONAS ANTES QUE IR INMEDIATAMENTE A URGENCIAS O BUSCAR ASISTENCIA MÉDICA?

martes

INTERESANTE ARTÍCULO DE TRATAMIENTO

Les dejo un link de la revista Psicothema, donde se detalla el tratamiento para un caso de ataques de pánico con Agorafobia. De interesante lectura para usuarios y terapeutas. Se hace énfasis en no erradicar el síntoma, tanto emocional, como conductual y cognitivo, como objetivo del tratamiento.
En formato PDF, pinchen aquí.

martes

PREGUNTAS I

En la entrada de "Preguntas" voy a ir añadiendo algunas cuestiones que al resolverlas o pensar sobre ellas, darán al agente importantes pistas de la naturaleza de su problema.
Vamos con la primera:
¿VARÍA LA INTENSIDAD DEL ATAQUE DE PÁNICO SEGÚN CON QUIEN ME ENCUENTRE?

EJEMPLOS DE SITUACIONES ABSTRACTAS QUE CON MAS FRECUENCIA DESDENCADENAN EPISODIOS DE ANSIEDAD, ANGUSTIA Y/O PÁNICO

Para hacerlo entretenido les expondré un ranking del grupo de situaciones mas habituales:

1.La mas frecuente y habitual. Las relaciones de pareja, donde una de las partes (la que sufre los ataques de ansiedad) siente que no tiene salida, que está “encerrado” y “acorralado” por la relación. Por supuesto este sentimiento tiene que ver con la forma de construir, de dar sentido, del paciente, no es responsabilidad de la pareja. Este tipo de situaciones suele llevar aparejados síntomas de tipo toráxico y constrictivos (dolor en el pecho, sensación de asfixia y de opresión, la “pelota en el estómago”).
2. Otra muy frecuente, aunque menos “aparatosa”. Las relaciones de pareja, donde una de las partes siente que el otro “no es fiable”. Por múltiples razones el paciente percibe el vínculo como poco estable. Las situaciones que lo disparan suele ser aquellas en donde el significado implícito es que el otro ha tomado distancia (puede ser incluso física) y/o no ha prestado el apoyo demandado implícita y/o explícitamente. Los síntomas suelen ser de inestabilidad, mareo y/o desvanecimiento.
3. Las relaciones maternas. Por supuesto, de tipo constrictivo en la inmensa mayoría de los casos.
4. Las relaciones de amistad. En estos casos los mas frecuente es que se den síntomas constrictivos, y que la percepción de los demás sea amenazante, a nivel de coartar la libertad individual.
5. Las relaciones laborales. Solo síntomas constrictivos que se darán en situaciones donde el paciente evoque un significado de restricción de la propia libertad y/o de tiempo fuera del trabajo. Además, como en las anteriores situaciones, el paciente atribuirá la responsabilidad al agente externo, es decir, en este caso, al trabajo, al jefe o al compañero que pide ayuda.

Por supuesto la naturaleza y contenido de cada situación es tan variable como personas y situaciones existan.

LA METÁFORA DEL VASO DE AGUA (THE AGORAPHOBICMAKER)

Uno, que lleva ya algunos años trabajando en este difícil arte que es la psicoterapia, ha escuchado ya todo tipo de explicaciones y metáforas respecto al origen y desencadenantes de los mal llamados, ataques de pánico.
Entre todas las peregrinas explicaciones que me he encontrado, hay una que por especialmente gráfica e ingenua paso a exponerles:
“.....tienes crisis de ansiedad, debido a que el estrés se va acumulando, como agua en un vaso, que cuando llega al borde, pues se desborda y entonces es cuando aparece la crisis...”.
Esta explicación se la he escuchado a unos cuantos de mis clientes, que a su vez se la ha expuesto algún facultativo al que acudieron.
El problema de esta explicación es que aumenta la confusión, ya que entonces, la conclusión habitual es que hay que evitar todo aquello que estresa, y que por tanto puede acumularse en no se sabe que contenedor imaginario. En aras de conseguir esto, el paciente (de paciencia) comienza a restringir actividades y a prescindir de todo aquello que le estresa, con lo cual, es probable que el cuadro en general se agrave.
Entonces habrá quien me diga, bueno Sr. Castro, ya está Ud. haciendo ciencia de la buena, es decir, “esto es así, porque lo digo yo que sé mas que tu”. Desde luego es posible que así sea , aunque acudiendo al diccionario se puede entender porque digo lo que digo, y la consecuencia lógica del proceder de nuestro imaginario cliente empeñado en reducir sus niveles de estrés (independientemente de esto siempre hablo de mis opiniones, así que...)
Según el diccionario de la lengua Española, de la Real Academia Española, estrés es: “situación de un individuo, o de alguno de sus órganos o aparatos, que, por exigir de ellos un rendimiento superior al normal, los pone en riesgo próximo de enfermar”. Es decir, todo aquello que implique un aumento del rendimiento superior al normal supondría el que nuestro paciente decidiera acabar o tratar de acabar con ello. Acabaría seguramente con su trabajo, con unas cuantas amistades, con algún deporte...En general su vida se empobrecería, y eso si que sería “estresante” (esto me recuerda a los agorafóbicos, que reduciendo estrés acaban reducidos a su habitación).
Si como plantea Vittorio Guidano, lo que está a la base de estos problemas son las relaciones y los vínculos, ¿qué hace nuestro “paciente” dejando de jugar al tenis?.
Por otra parte, está como siempre el problema del lenguaje y las definiciones. Lo que le ocurre a una persona que sufre el problema objeto de este blog, es que está aterrado/a, ¿qué tiene eso que ver con el estrés?. El estar aterrado nada tiene que ver con el rendimiento, tiene que ver con la vida, con la existencia. Por eso, el agorafóbico por más que se encierre en su habitación, en su casa, no deja de estar aterrado. Para volver al mundo sabe que va a tener que estresarse....

sábado

LA CONEXIÓN ENTRE LAS EMOCIONES Y LAS COGNICIONES

Un aspecto básico para entender en que consisten los ataques de pánico, reside en observar la relación existente entre las emociones y la forma en que las personas procesamos la información y elaboramos nuestro conocimiento del mundo y de nosotros mismos.
Desde que recuerdo, los adultos de mi entorno mencionaban el hecho de que el ser humano es un ser RACIONAL. Mis estudios Universitarios estuvieron orientados fundamentalmente a comprender al ser humano desde este prisma, es decir, como procesador de información. Si se modificaban las formas de procesar, también se modificaban las formas de sentir y de actuar.
Esta cuestión, es desde mi punto de vista, absolutamente errónea. Los humanos somos animales que racionalizamos, en la mayor parte de las ocasiones, el mundo y a nosotros mismos. La decisiones fundamentales que tomamos en la vida, nada tienen que ver con aspectos racionales, sino emocionales: la persona o personas con las que compartimos nuestras vidas, nuestro lugar de residencia, la profesión que elegimos....Y precisamente nos equivocamos, cuando no contamos con lo fundamental del aspecto no racional de las situaciones, o no lo incluimos en la ecuación de nuestras vidas.
Por otra parte, estoy convencido de que hubiéramos desaparecido como especie en el caso de funcionar de forma racional en el mundo. Antes de huir, por ejemplo, procesaríamos la amenaza para luego asustarnos y actuar en consecuencia, en el caso de que ese procesamiento hubiera arrojado como resultado un peligro REAL.
Una persona que sufre ataques de pánico, POR SUPUESTO, ve una amenaza en donde otros no, ve una amenaza también en cualquier cambio que sufra su cuerpo, y por lo tanto también en si mismo. Hasta ahí, todo funciona perfectamente bien, es decir, no habría que cambiar su forma de procesar, ya que es coherente con lo que está sintiendo. El problema es que normalmente, la persona, al no conectar lo que siente con esta forma de procesar, asume que su corazón va a fallar, y que es una realidad plausible.
Las emociones por tanto, determinan el resto de la experiencia. Tanto las cogniciones, como los cambios fisiológicos, así como las conductas, son COHERENTES con las emociones, que lo “tiñen” todo de su color.
A mi modo de ver, el tratar de que alguien cambie su forma de procesar, y el momento en que está asustado/a trate de pensar en que todo va a ir bien, es como mínimo una perdida de tiempo y de energía. Lo realmente útil sería el verificar la hipótesis de que si pienso así, eso indica que estoy asustado y buscar en que situación me ha empezado a suceder esto, en que momento he empezado a sentirme así. Probablemente el resultado de esta observación sea la constatación de un patrón situacional (al menos en cuanto a significados) de aparición de las crisis.

NUEVAS PERSPECTIVAS DE TRATAMIENTO

Interesante artículo del psicólogo Alfredo Ruiz discutiendo la actual formulación psiquiátrica y señalando las nuevas perspectivas de los tratamientos psicológicos (pinche aquí para ver el artículo)

EL SÍNTOMA

Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe S.A., Madrid:
Síntoma:
1. m. med. Fenómeno que revela la existencia de una enfermedad:
la fiebre suele ser síntoma de infección.
2. Señal,indicio de una cosa que está sucediendo o va a suceder:
sus protestas son síntoma de la indignación que sienten.

Una recomendación para la persona que sufre el trastorno de ansiedad o pánico:
tener muy en cuenta la acepción número 2 del diccionario, la 1 es descartable puesto que pertenece al ámbito de la medicina y lo que le ocurre pertenece al ámbito de la existencia, de la vida, de lo que sucede o no sucede.
El síntoma da mucha información sobre lo que ocurre, hay que leerlo, estudiarlo, "tocarlo"...

viernes

YA ESTÁ A LA VENTA NUESTRO CD "RELAJACIÓN TOTAL"

Nuestro sello editorial POR FIN ha producido su primer producto: "RELAJACIÓN TOTAL".
Este CD de relajación está especialmente indicado para las terapias de tratamiento de los trastornos de ansiedad que utilizan la relajación como método de autocuidado.
Pueden ver sus características pinchando aquí: http://www.wadhoo.com/t1/page2.asp?Id=48580&Rf=62&Rt=6
El précio del CD es de 8,95 Euros. Si lo compras en nuestra tienda especializada "TODO PSICOLOGÍA" el precio es de 5,95 Euros.
Si reside fuera de Canarias, nuestro distribuidor es Promolibro y puede conseguir el CD, pinchando aquí.

martes

LOS VÍNCULOS DE APEGO Y SU RELACIÓN CON LOS ATAQUES DE PÁNICO

El tema de los vínculos de apego y de las relaciones es fundamental a la hora de entender el problema que nos ocupa. En una gran parte de los casos, por no decir en todos, el desencadenante de los ataques de pánico es el “estado” de una relación.
Según el DSM IV “la edad del inicio del trastorno varía considerablemente, si bien lo más típico es que el inicio tenga lugar entre el final de la adolescencia y la mitad de la cuarta década de la vida, lo que podría indicar una distribución de tipo bimodal, con un pico de incidencia al final de la adolescencia y otro pico de menor entidad en la mitad de la cuarta década de la vida”. Este conocimiento estadístico del problema, indica que sobre todo se desarrolla en el inicio de la adultez, y en menor grado en torno a los cuarenta años.
El lector estará de acuerdo en que son dos momentos críticos en la vida de las personas, ya que en el caso de la adultez, como decía Kundera, en la edad de la ignorancia, se toman decisiones fundamentales para el resto de nuestra vida, y se toma distancia de lo que han sido nuestros principales vínculos afectivos, incorporando otros. En el caso de la cuarentena, también seguramente (y esto es pura especulación) se estará haciendo una valoración de la vida y de lo que queda de ella, ya que “la muerte es un hecho posible” (un frase maravillosa que encontré en “El Dios de las pequeñas cosas” de Arundathi Roy).
Los síntomas pueden ser de tipo constrictivo, con síntomas toráxicos (asfixia, pelota en el estómago, taquicardias) y por supuesto, correlatos cognitivos (pensamientos catastróficos de muerte y/o amenaza a la propia integridad). Cuando se dan estos síntomas, el problema suele ser que el agente no "encuentra salida", se siente limitado y constreñido por una relación, o situación, en la que percibe no tener escapatoria. Posiblemente, también se sucedan arranques de rabia y/o agresividad, especialmente si el agente ha logrado conectar en alguna medida los síntomas con la situación interpersonal que los provocan.
También pueden haber crisis de “desvanecimiento” o “irrealidad” y desmayo. En estos casos, se percibe a la relación principal como “en la cuerda floja”, es decir, se está percibiendo el vínculo como poco seguro.
Por supuesto, esto no quiere decir, que haya responsables de los síntomas, y mucho menos las personas del entorno del agente. En cualquier caso, podríamos decir que son el resultado lógico del vivir, y de cómo la persona que sufre los síntomas “construye” el vivir y sus devenires.

viernes

NUESTRA CONCEPTUALIZACIÓN Y TRATAMIENTO

Nuestra opinión respecto a este tipo de problemas, es afín a la de algunos autores como Vittorio Guidano. Los síntomas son señales, información que hay que tratar de entender, ya que nos encontramos que en la gran mayoría de los casos reflejan de una manera muy “gráfica” la situación vital que puede estar teniendo la persona que sufre el problema.
Para ello es importante entonces avanzar un primer esbozo o teoría del funcionamiento de este problema.
Según los teóricos cognitivos tradicionales, es la manera de pensar la que provoca el problema. Una persona que sufre crisis de angustia piensa que se va a morir, o piensa que se va a volver loca y a perder el control de si misma en determinadas situaciones. Corrigiendo esta manera de pensar, mediante técnicas cognitivas de persuasión u otras, la persona empezará a pensar correctamente y los síntomas se reducirán.
En mi opinión, esto es una falacia. De entrada me parece una error, la descripción del trastorno desde el momento en que señala que “existe un temor irracional” o que “se da en ausencia de un peligro real” o que “el temor es desproporcionado”. Si las personas fueran ratones esto sería así, pero desde el momento en que un humano es el único ser vivo capaz de manejar, generar y construir significados mediante el lenguaje, estas descripciones son evidentemente simplificaciones racionalistas de algo que es tan complejo como la historia de cada ser humano sobre la tierra. Un animal nunca sentirá miedo al fracaso o pánico a llegar a la conclusión que es mala persona y a que está actuando de forma mezquina. Un animal nunca se sentirá “encerrado” o “asfixiado” por una relación o tendrá terror a comprometerse. Un humano evidentemente sí.
De aquí parte un primer punto fundamental en nuestra conceptualización del problema:
Existen dos grandes categorías de situaciones que pueden producir temor en una persona. La categoría de situaciones concretas y la de situaciones abstractas. La primera categoría está comprendida por todas aquellas situaciones en donde cualquier persona y/o animal sentiría miedo y/o pánico. Son situaciones evidentes, que toda persona podría por simpatía, entender y hasta compartir solamente con explicarle el motivo del temor. Estar ante una fiera que nos va a atacar, a punto de caer por un precipicio, ser agredido con violencia....En todas estas situaciones, si nos colocaran un aparato de biofeedback observaríamos una serie de cambios fisiológicos, como que se aceleraría mucho el ritmo cardiaco, aumentaría la conductancia de la piel (mide incrementos en la sudoración), aumentarían los valores del electromiograma (mide tensión muscular), cambiarían los valores del espirómetro (mide aire inspirado), etc...Por supuesto habrían también una serie de cambios cognitivos. Pensaríamos que vamos a morir, o que no “voy a salir de esta”, en definitiva pensamientos catastróficos. En cuando a la experiencia conductual, también habrían una serie de cambios, ya que las conductas estarían encaminadas hacia la evitación, es decir, trataríamos de huir, o estaríamos en actitud de defensa.
La segunda categoría reflejaría nuestra condición humana. En este caso para cualquier observador externo no sería evidente la existencia de ningún peligro. Incluso para el “agente” que sufre el problema, el único indicador de la existencia de una situación potencialmente peligrosa para él, sería precisamente el síntoma. De hecho el problema del “agente” es que no es capaz de hacer conscientes los significados que le están produciendo esta reacción. Pongo un ejemplo: existe un tipo de ataques de pánico que comienzan en determinadas situaciones donde el agente se siente limitado y/o oprimido y que provoca las sensaciones de asfixia, falta de aire y opresión toráxica. Se suelen desencadenar en atascos de tráfico, ascensores, colas de banco, etc...La persona que sufre el problema tiene las reacciones típicas de alguien que tiene miedo (las mismas que mencioné para la primera categoría, valen para la segunda), y que está sintiéndose encerrado, sin salidas. El problema es que el agente atribuye a la situación concreta, al atasco, a la cola, al ascensor, el desencadenamiento de la crisis. Si estudiamos mediante una biografía detallada los sucesos que están ocurriendo en la vida del agente, observaremos que probablemente se está sintiendo limitado, encerrado y sin salidas, en su vida real. Está seguramente involucrado en un compromiso o en una situación interpersonal de la que siente no poder escapar, y la situación concreta lo único que hace es evocar esa situación, con lo que se movilizan significados que solo pueden ser manejados siendo consciente de ellos.
El segundo punto importante en nuestra coceptualización del problema, es que no hay que eliminar los síntomas, hay que extraer toda la información que nos está dando del problema y CONECTARLO con la vida del agente. En mi experiencia, el síntoma remite o mejora de forma significativa en muchos casos simplemente por el hecho de que el agente se sienta seguro en relación al terapeuta y a su capacidad. Si aceptamos el hecho de que fundamentalmente hablamos de miedo, todo aquello que haga que el agente se sienta seguro, hará que el síntoma se atenúe. Si además, el agente consigue con ayuda del terapeuta conectar el síntoma que en principio se daba de forma azarosa, con lo que ocurre con su vida, así que lo que en principio era un problema somático o cognitivo, se convertirá en “un problema de mi vida con....” lo cual puede manejar o por lo menos aspirar a manejar y a convertirse en AGENTE. El problema aquí, especialmente a la hora de valorar la efectividad de las psicoterapias y de las farmacoterapias, es que normalmente se atribuye a la técnica empleada la mejora del síntoma, aunque no haya dado tiempo de aplicar la mencionada técnica. En estos casos, de no aumentar la comprensión del problema por parte del agente, probablemente los síntomas se vuelvan a dar en un corto espacio de tiempo, y el agente-paciente, tendrá que recurrir a las técnicas aprendidas o a los psicofármacos con asiduidad. Con respecto a las farmacoterapias, cualquier médico de urgencias está habituado al hecho de que un gran porcentaje de agentes-pacientes que requieren sus servicios porque tienen un ataque de pánico, mejoran desde el momento en que le es administrado un sedante, aunque sea imposible que le haya echo efecto inmediato. Aquí juega su papel una vez mas, la SEGURIDAD. El problema, otra vez, es que el agente-paciente, atribuirá al psicofármaco su mejoría.
El tercer punto es que el agente puede explicarse los síntomas como una incapacidad para “hacer” y uno de los trabajos fundamentales del terapeuta es tratar de que observe las excepciones. Existen en casi todos los casos situaciones en las que el agente ha sido capaz de exponerse y sobrellevar. Sin embargo, en la mayoría de los casos referirá que no le es posible desarrollar sus actividades. El miedo no es sino información sobre un límite personal. Se puede realizar cualquier actividad con miedo.
El no poder significa imposibilidad. Puedo NO QUERER correr con un dolor en el pié, que nunca se tratará de que NO PUEDO correr. Muchos de estos problemas empeoran porque el agente siempre que entiende que se lo puede permitir, y que las consecuencias no serán catastróficas, toma la misma decisión, EVITAR. Con esto, la opción de no intentar, ni enfrentarse provoca un aumento del malestar a medio y largo plazo, ya que la idea de que no soy capaz, de que no puedo, se incrementa.
El cuarto punto es fundamental. Todo cambio fisiológico, cognitivo y conductual es coherente con la emoción que conecta a la persona con su experiencia momento a momento. Una persona que está asustada por el motivo que sea, piensa de forma catastrófica, se le acelera el corazón, respira diferente, suda, tiembla...y además su tendencia a la acción es huir, por lo que su postura corporal, su actitud será de huida.
En ese sentido entiendo que es tremendamente dañino el “piensa en positivo”, esto hace que la persona se desconecte aún mas de su experiencia inmediata, además de ser algo tremendamente complejo de hacer. Cuando una persona está triste por una importante pérdida, NO PUEDE pensar en positivo, es más, NO DEBE pensar en positivo.
Otra cosa es que conecte sus miedos con su experiencia, y ENTIENDA que el hecho de pensar como lo hace, o de sentir como siente, es un reflejo, un indicador, información, sobre algo que tiene en marcha en su vida. Esto entiendo que es lo que se ha dado en llamar INTELIGENCIA EMOCIONAL. Si no eres consciente de cómo afecta a tu forma de pensar, tus estados emocionales, probablemente tomes malas decisiones.

Hasta aquí un breve repaso, una simplificación, de una serie de aspectos que entiendo son tremendamente complejos, pero fundamentales a la hora de poder entender nuestra forma de trabajar con este problema.
Simplificando aún mas: el tratamiento suele extenderse en la mayor parte de los casos, a unas diez sesiones. Si hasta ese momento no ha habido cambios, entonces es que la terapia no está siendo efectiva, probablemente por limitaciones del terapeuta, y dificultades a la hora de establecer la relación terapeutica.
Básicamente la terapia consta de tres grandes momentos:
1) Recepción del agente-paciente. En esta parte de la terapia se trata de obtener información sobre el problema, sobre los síntomas. Donde, cuando y con quién se dá. En que consiste (constrictivos o de “desvanecimiento”). Probablemente el agente-paciente (digo así, cuando considero que está en actitud paciente, de hecho en este momento hay que tratar de que tome actitud de agente) pida muchas seguridades al terapeuta, y trate de saber cosas sobre él (sobre todo su experiencia, si ha tratado con casos tan raros, cuanto tiempo lleva de terapeuta...). Este momento es crítico, puesto que se está construyendo la relación, y cualquier cosa que se admita en principio de forma implícita o explícita formará parte de la misma. Aquí se explicará al paciente en que consiste el problema y se le pedirá que observe atentamente en que situaciones se dan los síntomas.
2) Cambio de foco, y reconstrucción del problema. Con la información obtenida a lo largo de la semana, el ahora agente, se le hará evidente que los síntomas se presentan en unas situaciones y no en otras. Por ejemplo, para los que tienen malestar y opresión toraxica, observarán que los síntomas se dan en situaciones en donde se siente limitado. En ocasiones incluso será evidente que los síntomas se dan en presencia de determinadas personas o mejoran en presencia de otras.
Esta fase se extiende durante la mayor parte de la terapia, y está encaminada a que la persona conecte cada vez, mas y mejor, los síntomas con su vida.
Como se puede ver, en vez de pedirle a la persona que se “distraiga” del síntoma y que trate de evitarlo, se le pide que lo observe, que vea su “textura” que trate de ver en que consiste, que saque el máximo de información posible de él.
3) Fase de desvinculación. Una vez que la persona ha conectado el síntoma con su vida es capaz de ser agente, por tanto depende de ella el manejar los problemas en que está inmerso. Normalmente el disponer de esta nueva información provoca cambios, que realiza el agente. En este momento la terapia queda en manos de él mismo, y la periodicidad de las visitas se irán espaciando a su conveniencia. En los casos donde los síntomas reaparezcan en este momento, se trabajará con ello, ya que es información sobre como está percibiendo el agente la desvinculación de la terapia y del terapeuta. En algunos casos se acordarán sesiones episódicas a demanda del agente a lo largo de su historia personal, debido probablemente al surgimiento de nuevas situaciones problemáticas. En mi experiencia, estas sesiones suelen servir para confirmar lo que el agente ya sabe o cree saber de lo que le está pasando.

LOS TRATAMIENTOS

Los tratamientos van en su gran mayoría a tratar de suprimir los síntomas, es decir, a reducir y/o eliminar las sensaciones tanto fisiológicas como cognitivas derivadas de la emoción (miedo o pánico). Se pueden combinar los tratamientos farmacológicos con psicoterapia.
La psicoterapia que mas se utiliza es la cognitivo-conductual. Esta psicoterapia se basa en la creencia científica (obsérvese que no digo verdad científica) de que los síntomas son provocados o bien por una evaluación equivocada o irracional de las situaciones, o bien por errores cognitivos o fallos en el pensamiento de la persona que sufre las crisis.
Para ello la terapia se encamina hacia el corregir estos fallos mediante la instrucción del terapeuta. También se suelen utilizar técnicas conductuales como la relajación y la respiración, para tratar de reducir y/o eliminar los síntomas fisiológicos. Al parecer esta combinación de técnicas tienen probada su eficacia. Sin embargo, los estudios de eficacia que tengan en cuenta los factores inespecíficos de las terapias y las variables que no se controlan en estos estudios, hace que algunos autores duden de los motivos alegados para esa efectividad.

EL PROBLEMA SEGÚN LA OMS

Las crisis de angustia o ataques de pánico, son definidas por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR) como un trastorno que se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo pavoroso o terror, acompañados habitualmente de sensación de muerte inminente. Durante estas crisis también aparecen síntomas como falta de aliento, palpitaciones, opresión o malestar toráxico, sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a “volverse loco” o perder el control.
Los criterios para el diagnóstico de las crisis de angustia serían:

Aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos:

1) Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca
2) Sudación
3) Temblores
4) Sensación de ahogo o falta de aliento
5) Sensación de atragantarse
6) Opresión o malestar torácico
7) Náuseas o molestias abdominales
8) Inestabilidad, mareo o desmayo
9) Desrealización (sensación deirrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo)
10) Miedo a perder el control o volverse loco
11) Miedo a morir
12) Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo)
13) Escalofríos o sofocaciones


Cuando las crisis de angustia son recidivantes (se repiten) e inesperadas, seguidas de la aparición durante un período como mínimo de 1 mes, de preocupaciones persistentes por la posibilidad de padecer nuevas crisis de angustia y por sus posibles implicaciones o consecuencias, o bien de un cambio comportamental significativo relacionado con estas crisis, entonces de habla de un Trastorno de Angustia (panic disorder).

PRESENTACIÓN

En los trece o catorce años de ejercicio profesional en nuestros centros, un alto porcentaje de los problemas que hemos tratado, tienen que ver con los llamados trastornos de ansiedad. En este blog, vamos a describir especialmente los llamados “ataques de pánico, o de ansiedad” que por sus características producen especial sufrimiento en la persona que lo padece, y que sin embargo, a pesar de lo aparatoso de los síntomas, suele reconducirse y solucionarse en un plazo de tiempo mas que razonable. Esto será posible, siempre claro está, que la persona que acude a tratamiento colabore y no contribuya a empeorar el problema (este punto evidentemente es en gran medida responsabilidad del terapeuta). Me parece por tanto que para nuestros clientes el término “paciente” (el que está pasivo y tiene paciencia) no es correcto, prefiero utilizar el término “agente” (el que es protagonista activo de su historia) acuñado por el terapeuta Lanzaroteño, Dr. Fernando Fuentes Perdomo.
La idea de este blog es poder compartir mi experiencia como terapeuta con toda aquella persona interesada en este problema, y poder intercambiar opiniones y pareceres. También me gustaría ser criticado, ya que me parece como decía Karl Popper que sin eso no es posible progresar ni aprender. La crítica científica no es sino una aproximación a la verdad, y como tal la encajaré.
Por supuesto, poco de lo que pueden leer a continuación es de mi cosecha, lo único que he hecho es “dejarme dar el pegamento, bien dado, en la Facultad” (Gracias señor Yanes por la anécdota”) y lo que pueden leer es lo que se me ha pegado, con los estudios, y con la experiencia clínica.
Para buscar las referencias sobre el enfoque con el que trabajo, y mi manera de entender este problema basta con poner en los buscadores “Vittorio Guidano”, “Leslie Greenberg”, “Karl Popper”,”Juan Balbi”,”Jeremy Safran”.