domingo

ATAQUE DE PÁNICO

Perdido en esta selva, ya no podés zafar
El sistema te ha ganado, te sacaron libertad
Sentís que falta el aire, la vida te ha colmado y ahora estás atrapado
Se vuelve demasiado, pensás que va aflojar
El cambio es la esperanza, por eso te aguantás
Ahora ya es tarde, vos ya te acostumbraste
y ahora sos un desastre
Estás al caer y la salida se está cerrando
Ataque de pánico
Estás tan solo y tanta gente te está rodeando
Ataque de pánico
Vos seguís buscando por toda la ciudad
tratando de encontrar algo que te haga olvidar
Ahora ya jalaste, pero no te escapaste y ahora sos un desastre
Estás al caer y la salida se está cerrando
Ataque de pánico
Estás tan solo y tanta gente te está rodeando
Ataque de pánico
Vos lo sabes, no es un juego es un complot
Ataque de pánico
Basta de actuar hay mucha furia que va a soltarse
Ataque de pánico
Vos lo sabes, no es un juego es un complot
Ataque de pánico
Basta de actuar hay mucha furia que va a soltarse
¿Cuándo vas a reaccionar?


lunes

EVITAR LA EVITACIÓN

Sabemos con seguridad que uno de los factores que incrementan el miedo, es evitar el objeto aparente de nuestro temor. Un tipo muy común de evitación es el perfeccionismo.
Hay personas que hacen un esfuerzo enorme por hacer las cosas bien, hasta el mas mínimo detalle, cosa que no estaría mal, si ese esfuerzo les llevara a un punto donde el sufrimiento y el cansancio hacen que abandonen lo que sea que estén haciendo. ¿Han probado alguna vez a equivocarse intencionadamente y ver si el mundo realmente se hunde?.
Hace un tiempo un famoso pedagogo decía que hay que dejar que los niños y los jóvenes tengan la experiencia de fracasar y de suspender, puesto que esto hace que pierdan temores. El fallo, la equivocación y el suspenso, es parte fundamental del aprendizaje, así que si no toleramos, experimentamos, y convivimos con ello, no podremos nunca tener una carrera muy larga, nos agotaremos en una estúpida carrera de velocidad sin sentido.





Desde luego, el que un trabajador diga la frase “upssss, ahora no me acuerdo si........” “o la exclamación “....mi madre¡¡¡¡, creo que me olvidé de....” no tiene el mismo sentido ni importancia si la dice un controlador de la NASA durante el despegue de un cohete, que cuando está en el simulador, o un cirujano mientras está operando, en controposición con un reponedor de supermercado. Unos contextos para estas frases o exclamaciones dan mas miedo que otros, seguro, así que las equivocaciones intencionadas, POR FAVOR, en contextos cuyas consecuencias sean potencialmente NO DESASTROSAS. Que miedo se pasa dando algunos consejos....

LA CONFUSIÓN Y EL MIEDO



“La expresión mas frecuente del miedo en un bebé implica la ansiedad ante extraños, en la que un bebé muestra miedo y cautela ante desconocidos. Sin embargo, no todos los bebés muestran angustia cuando se encuentran con un extraño, y que el niño muestre ansiedad ante los extraños también depende del contexto social y las características del extraño.”. Este párrafo lo cito textualmente de un libro de texto de psicología.
El lenguaje experto ha contribuido de forma decisiva a que las personas queden indefensas ante situaciones que de otra forma podrían manejar o al menos comprender sin ninguna dificultad.
El párrafo anterior es una muestra de ello. La primera frase contiene todo el caótico y desorientador mensaje que acaba transmitiendo el lenguaje experto. Veamos el motivo:
ansiedad es según el RAE: estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo. Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis y que no permite sosiego a los enfermos.
Es decir, pensándolo bien, ansiedad y miedo (o al menos toda su amplia “tonalidad” emocional) son palabras que vienen a decir lo mismo. Un ser humano ansioso es lo mismo que un ser humano con aprensión, miedo y/o angustia.
Claro que, si empleamos la palabra miedo parece que no acabamos diciendo nada, aunque es evidente que de esta manera, una supuesta patología del agente, pasaría a reconvertirse en una situación particular, de características peculiares, que interactúa con las características del agente.
Veamos como cambia el párrafo deconstruyendo el lenguaje experto, convirtiéndolo en palabras llanas y comprensibles, es decir, hablando con propiedad.

La expresión mas frecuente del miedo en un bebé implica la inquietud ante extraños (pues claro, añadiría yo, también les pasa a los adultos....), en la que un bebé muestra miedo y cautela ante desconocidos. Sin embargo, no todos los bebes se asustan ante los extraños ya que depende de como se le haya educado, y como sea su entorno social, y de las características de los extraños, el que un bebé sienta miedo ante ellos. A esto se le llama PEROGRULLO. El primer párrafo está escrito para parecer técnico, pero si se piensa bien, acaba pareciendo tan técnico que es posible que algunos padres piensen en su hijo ansioso y piensen que está trastornado o enfermo.
Lo mismo pasa con los adultos. Si se simplifica el lenguaje, se sustituye la palabra ansiedad por miedo o pánico, habrá que preguntarse en relación con qué se produce. El responder que no hay motivo, no indica sino la incapacidad para encontrar una respuesta. El psicólogo en colaboración con su cliente, paciente o usuario, debería de ser capaz de ayudar a encontrarla. Bajo mi punto de vista, el no realizar esta tarea y pretender eliminar la ansiedad como ente abstracto, no solo no es posible, ya que si se consigue eliminar será algo connatural a su naturaleza y/o circunstancial, sino perjudicial, por la pérdida de una oportunidad única para comprenderse, entenderse, mejor.

martes

AFRONTAR EL MIEDO

Una vez reconocido el miedo, nos toca afrontarlo. En el fondo todos sabemos que sólo de esa forma podremos superarlo. Lo hemos visto en películas, nos lo han dicho nuestros amigos, nos lo dice nuestra pareja, lo leemos en los libros. Sin embargo, no es una tarea fácil. Afrontar el miedo demanda energía por nuestra parte. Hay que dedicarle tiempo y esfuerzo. Cuando se siente miedo a algo concreto, pongamos por ejemplo, miedo a hablar en público, sufrimos pensando en lo que ocurrirá cuando tengamos que hacerlo. La emoción y el cuerpo están inevitablemente unidos. En el caso del miedo a hablar en público su presentación física se caracteriza por temblor de voz, sudores, temblor de manos, etc. Sólo imaginar lo que puede ocurrir cuando estemos en plena exposición nos aterra. No podremos controlar los síntomas del miedo. En algunos casos, existen personas que se pueden permitir tener miedo a hablar en público, así como otros miedos distintos, ya que, es algo que no necesitan hacer para subsistir. Pero en el caso de que nuestro trabajo requiera de la exposición al público, no podremos evitarlo y tendremos que superarlo.



Afrontarlo. Pero la cuestión es, ¿cómo lo afrontamos?. Existen dos formas de afrontamiento, una de ellas consiste en “agarrar el toro por los cuernos”, inundarse en su propio miedo aceptando las consecuencias de lo que ocurra y repetir la inundación siempre que se presente la ocasión. El tiempo y su fuerza de voluntad darán resultados muy positivos. Los síntomas del miedo se reducirán considerablemente. La otra forma consiste en un entrenamiento. Una desensibilización a la situación. En este caso irá paso a paso. Empezará practicando la charla en solitario que le servirá para afianzar sus ideas y su forma de comunicarlas. En el siguiente paso tendrá que practicarla delante de una sola persona cercana para usted. En una tercera ocasión la puede practicar con tres o cuatro personas. Y así, hasta reunir un pequeño grupo de personas, con el que pueda hacer un ensayo que se acerque lo más posible a la realidad. De esta manera no sólo desarrollaremos estrategias propias sino que nos iremos acostumbrando a la situación y la respuesta del miedo se reducirá. Lo que debe tener claro es, que si no llega hasta el final nunca podrá superarlo, por tanto, en sus manos está.

¿COMO PUEDO SUPERAR EL MIEDO?

El paso primordial, esencial, crítico, es reconocerlo. Hablamos de ansiedad, de nervios, de dolores, pero raramente decimos que tenemos miedo o que estamos aterrorizados. De esta forma es muy difícil que afrontemos un problema que no sabemos en que consiste ni en que radica.
Para solucionar cualquier problema, suele ser importante saber de que se compone, que partes tiene, como se articula, para poder implementar una buena solución.
Con los ataques de pánico, con las crisis de ansiedad, sucede que el lenguaje empleado no hace sino empeorar el problema. Hablamos de ansiedad y de nervios ¿pero alguien conoce una definición de esas dos palabras que aporte información valiosa para poder afrontarlo?. Es una información tan pobre y tan básica que lo inmediato que a uno se le ocurre, es que tendrá que medicarse para quitarse esa enfermedad que a uno le viene sin saber de donde ni en relación con que.


Sin embargo, si comenzamos a hablar de miedo, si lo que nos ocurre a nivel de síntomas, de señales, es coherente con que sentimos miedo, habrá que preguntarse a que estamos temiendo. Y esto es básico para poder hacer algo al respecto.
Si descubrimos que tenemos miedo porque siempre hemos afrontado las situaciones de nuestra vida apoyándonos en alguien que percibíamos como seguro, es posible que lleguemos a la conclusión de que ya es hora de comenzar a afrontar determinadas cosas sin estos apoyos. Porque la única forma de superar un miedo, es afrontándolo. Pero, siguiendo lo dicho, primero habrá que llegar a la conclusión de que todos los síntomas que se sufren son coherentes con alguien que está asustado y/o aterrorizado, y esto, desde luego, no es fácil, puesto que seguramente empleamos mucha energía en no querer reconocerlo.

viernes

RECORDATORIO ANTI PÁNICO - EL VALOR INALIENABLE

Mi piace andare piano, piano,
como Adriano Celentano
because like this
because like this si arriva lontano.

Cuando nací, ¡qué triunfo!,
entendí que había sido capaz de ganar
a cien millones de hombres rana en celular.
Y había nivel, y trampas.
El segundo quería estudiar alemán,
pero volcó en las caderas de mamá.

Hoy voy a decirlo: ¡cómo me amo!
Y tú ya no puedes hacerme daño.
Soy un ser divino, ven a adorarme.
¡Qué buena suerte amarme tanto!

Luego crecí, ¡qué trauma!,
percibí que aquí fuera no había piedad,
yo no iba a ser el rey del mundo.
Algo más tarde, ya un hombre,
me juré no volver a olvidarlo jamás,
fui el ganador del gran circuito de Le Mans.

Hoy voy a decirlo: ¡cómo me amo!
Y tú ya no puedes hacerme daño.
Soy un ser divino, ven a adorarme.
¡Qué buena suerte amarme tanto!

Oh, el síndrome Universal,
la vida te sentó en un diván,
contando todo tipo de traumas.
Oh, podrías pensar un rato en él,
quería estudiar, recuerda como te empujaba.
Y quedó segundo, uuuhhh ...

Hoy voy a decirlo: ¡cómo me amo!
Y tú ya no puedes hacerme daño.
Soy un ser divino, ven a adorarme.
¡Qué buena suerte amarme tanto!

Di no al pánico, sin pánico, sin pánico, no al pánico.
Edipo contra Electra,
narcisismo es lo que impera.
Qué simpático, simpático, carismático, simpático.
Edipo contra Electra,
tus complejos a la hoguera, ¡ya!

Me amo - Love of Lesbian

Recuerden pausar el reproductor de música al pié del blog, si van a ver el video.

jueves

EL MIEDO EN EL CUERPO

Las emociones no se sienten en el aire. El miedo mucho menos. Esa emoción tan útil y que va desde la simple aprensión, hasta el pánico mas absoluto, la sentimos en y con el cuerpo. La aprensión, aunque de la misma calidad, tiene tal sutilidad que raramente la notaremos físicamente. Solo fiándonos bien conseguiremos identificarla. La postura del cuerpo, la forma de pensar, la actitud, la tendencia a actuar, son un fiel reflejo de ella. Una persona que siente aprensión no nota como su corazón se desboca, no cree que va a morir o que una catástrofe terrible va a azotarla en cualquier momento, no se marea. Una persona que siente aprensión cree que es posible que no sea capaz de esto o de aquello, su cuerpo se “recoge”, juguetea con manos o pies, se ensimisma, o piensa en evitar el objeto de su aprensión. Pero esta emoción está habituado/a a sentirla, a tolerarla y a manejarla, no le resulta extraña.
Lo realmente interesante es lo que sucede cuando sentimos pánico o miedo intenso. Estamos tan poco habituados a gestionar y por tanto, a sentir esta emoción, que en ocasiones podemos llegar a convertirla o a reducirla a algo físico o médico.
El corazón desbocado, sin poder tragar, con un nudo en el estómago, sudando, temblando, pensando en que la muerte está cerca. A veces, incluso, la tensión hace que nos duela el cuerpo, que tengamos el cuello agarrotado o que cualquier molestia física se incremente exponencialmente. Y a veces, el que trata de ayudar, cae en el error de intervenir en esas molestias, y entonces, todo se complica.



Esto pasa, especialmente, cuando la persona tiene todos estos síntomas, y no identifica el motivo del terror, del miedo. Entonces pueden sucederse el rosario de consultas, de médicos, de para-profesionales, hasta que llegan a las consultas de psiquiatría y psicología. En estos casos el paciente llega cansado de que se le niegue su sufrimiento y su dolor. Dolores y sufrimiento que por supuesto tiene, pero no por los motivos que él cree. Son otros. Es el miedo. Es la vida. Y la vida y el cuerpo, por tanto, están en íntima comunión. Uno no es ajeno al otro, el otro no es ajeno al uno. Me sorprende que a las alturas que estamos, aún los profesionales sigamos manejando la infantil división entre mente y cuerpo.